lunes, 10 de febrero de 2014

Me miras con asombro detrás de tus cristales
algunas veces con ternura
otras -cuando no te alcanza- con amor o dudas.
Me dices que me he contagiado de algún tipo de locura
porque te digo con todas sus letras
lo que mi cuerpo y sus extensiones necesitan.
Te asusta mi lenguaje y sus libertades insospechadas.

Y sin embargo vienes inevitablemente a mí.

No logras resistirte, te dejas venir.
Intentas convencerte de que eres tú quien me toma,
quien puede poseerme.
Como si no supieras que quien te coge soy yo,
que no cojo solamente tu miembro henchido y cálido,
que cojo tu alma, tus sueños, tus miedos, tus deseos
y los hago míos,
los estallo en cada gemido que te destroza el tímpano de los deberías.