Ayer pensé en ti.
Vi la cascada de flores moradas, de camelias rojas,
vi los árboles que rejuvenecen,
sentí el calor del viento
y pensé en ti.
Pensé en acariciar tus manos
y pedirte un sueño.
Mis zapatos se llenaban de tierra en el camino
que atraviesa el pequeño bosque de la ciudad.
Tantos pensamientos
tantos deseos
tantos recuerdos:
demasiado amor.
No me bastó el día entero para pensarte.
No terminó el día para ti en mi.
Es otro día y no te dejo
y no duermo;
y si duermo, ahí vendrás.
Gracias por estar,
por ser una constante
en mi vida sencilla y miserable.
Te extraño demasiado
como todos los días.
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